Cada 8 de marzo, el mundo se detiene para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, una fecha que nos invita a reflexionar sobre los logros alcanzados en la lucha por la igualdad de género, pero también a poner de relieve las injusticias aún presentes. En Colombia, un país marcado por desigualdades profundas y conflictos históricos, las mujeres enfrentan una realidad compleja que demanda atención urgente.
Las estadísticas son reveladoras. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), las mujeres en Colombia tienen menos acceso a empleos formales, una brecha salarial significativa y sufren un alto índice de violencia de género. En este contexto, La Guajira, uno de los departamentos más vulnerables del país, se presenta como un microcosmos de estas problemáticas. Aquí, las mujeres no solo enfrentan la discriminación de género, sino que también lidian con la pobreza extrema y la falta de acceso a servicios básicos y educativos.
La situación de las mujeres wayuu en La Guajira es particularmente alarmante. Esta comunidad indígena se enfrenta a la intersección de múltiples formas de opresión. Aun siendo guardianas de una rica cultura ancestral, las mujeres wayuu experimentan altos niveles de violencia física y sexual, así como prácticas de despojo de tierras que afectan su sostenibilidad. Este escenario no solo amenaza su bienestar, sino que también pone en jaque su autonomía y dignidad.
En este Día Internacional de la Mujer, es crucial que canalicemos nuestras energías hacia la construcción de políticas públicas que aborden las injusticias históricas. Es imperativo que el Estado garantice el acceso a la educación y al empleo para mujeres en todos los rincones del país, pero especialmente en regiones olvidadas como La Guajira. Además, se debe trabajar en la implementación de programas que promuevan la salud y el bienestar de las mujeres, así como medidas efectivas contra la violencia de género.
Las organizaciones de mujeres en La Guajira han demostrado ser faros de esperanza, luchando por sus derechos y promoviendo el desarrollo sostenible en sus comunidades. Sin embargo, su labor no puede continuar siendo solitaria; es necesaria la colaboración de la sociedad civil, el sector privado y el gobierno para crear un entorno propicio que empodere a las mujeres.
Este 8 de marzo, celebremos los logros, pero también exijamos un compromiso renovado para transformar la realidad de las mujeres en Colombia y La Guajira. El camino hacia la equidad de género requiere nuestro esfuerzo colectivo para derribar las barreras que aún persisten. No podemos quedarnos de brazos cruzados; juntas, debemos construir un futuro en el que todas las mujeres puedan vivir con dignidad y libre de violencia