Los hallazgos de un estudio liderado por docentes del Departamento de Economía de Uninorte profundizan en la manera cómo los choques climáticos afectan los precios de la leche cruda en los mercados regulados y no regulados del Departamento del Atlántico, con impactos significativos en los pequeños productores. La investigación, publicada en la revista Economía Agraria y Recursos Naturales, sugiere la necesidad de repensar las políticas y estrategias comerciales para abordar los desafíos derivados de la interacción entre el clima y la economía pecuaria en el país.
De acuerdo con el estudio, mientras en el mercado regulado la fijación de precios no refleja adecuadamente los impactos climáticos, en el no regulado la respuesta a estos choques es más sensible y asimétrica. El análisis de los profesores investigadores José Luis Ramos, Andrés Mauricio Vargas, director del Departamento de Economía; y Sadan Alexander de la Cruz, egresado de la Maestría en Economía de Uninorte, plantea interrogantes sobre la eficacia de las estructuras de mercado existentes y destaca la importancia de considerar la resiliencia de los pequeños productores frente a eventos climáticos adversos.
“Los pequeños productores en algunos momentos destinan su leche para un producto o terminan vendiéndole a la industria, es un poco el ejercicio que queríamos demostrar aquí. El queso costeño se hace producto del comportamiento de la cantidad de leche que hay en el mercado. El productor primario, que puede venderlo a nivel individual o de asociación, lo hace casi de forma periódica, dependiendo del buen comprador que llegue”, enfatiza el profesor Ramos, doctor en Economía, Sociología y Política Agraria de la Universidad Politécnica de Valencia.
El estudio es producto de la unión de dos vertientes de conocimiento: uno sobre el desarrollo agrícola, en el que ha estado trabajando el profesor Ramos desde su tesis doctoral en 2006, y los trabajos relacionados con el medio ambiente que viene adelantando el profesor Vargas, también desde su formación doctoral en la Universidad de Griffith. Se trabajó bajo una metodología de econométrica, que utiliza datos en frecuencia mensual y se conoce como un modelo no lineal de rezagos distribuidos. Esta combinación de enfoques generó en 2023 un libro que aborda la gestión del conocimiento en acciones productoras de leche, producto de una investigación financiada por Minciencias.
En el mercado informal o no regulado del Atlántico participan productores primarios rurales y procesadores artesanales urbanos – rurales, los cuales adquieren la leche líquida en las regiones cercanas, elaborando artesanalmente el “queso costeño” y otros productos como mantequilla y suero artesanal. Según Ramos, “el procesamiento se realiza en pequeña escala y el producto final llega a los consumidores finales a través de una red de comercializadores localizados en los grandes mercados regionales”.
La investigación resalta la importancia de comprender cómo los pequeños productores de leche, que operan a menudo en condiciones de vulnerabilidad, pueden ser afectados de manera desproporcionada por los choques climáticos en un entorno de mercado oligopsónico. Es decir, en un mercado caracterizado por la presencia de pocos compradores frente a múltiples vendedores, los pequeños productores de leche pueden enfrentarse a una situación de desventaja en la fijación de precios, lo que los hace más susceptibles a los efectos negativos de los choques climáticos.
“En Atlántico durante los periodos de escasez de precipitaciones, los precios tienden a subir, mientras que en periodos de lluvias los precios tienden a bajar. Pero esa relación es asimétrica. Es decir, la sequía tiene un efecto más fuerte sobre los precios que cuando hay exceso de precipitaciones. Eso tiene unas razones desde el punto de vista de la oferta y particularmente por temas relacionados con la fisiología del animal: el estrés que le produce el calor y la abundancia y calidad de las pasturas”, explica Vargas, doctor en economía.
De acuerdo con el docente, la variabilidad del precio es en sí mismo “un mecanismo que le ayuda, hasta cierto punto, al productor primario a sortear situaciones de escasez”. Es decir, si el precio sube durante la época de escasez, “el productor primario está produciendo menos, pero está vendiendo cada unidad que produce a un precio más alto. Luego su volumen de ingreso disminuye menos que lo que haría si el precio responde a ese fenómeno de escasez”. La respuesta del precio al fenómeno de escasez ayuda a amortiguar lo que la situación de verano implica para los ingresos de los productores.
Es por eso que los hallazgos del estudio subrayan la importancia de repensar las políticas de intervención estatal en los mercados agrícolas, especialmente en un contexto de cambio climático que podría aumentar la frecuencia y la intensidad de eventos extremos, como las sequías. Los docentes investigadores recalcan considerar cómo estas dinámicas afectan a los actores más vulnerables de la cadena de valor láctea y trabajar en la implementación de medidas que promuevan la equidad y la sostenibilidad en el sector.